Como es de público conocimiento, en las últimas semanas cientos de contenedores invadieron parte considerable del territorio de la Ciudad de Buenos Aires. Feos, gigantescos, ocupando calles y veredas, a veces de a tres por cuadra, generando problemas de tránsito y hasta de inseguridad. Pero lo más grave que tal vez se le escape al común de la gente es que esta política destruye los circuitos de reciclado históricamente desarrollados por las cooperativas de recuperadores urbanos. Excluidos del sistema en los noventa, arrojados a las calles con los hijos a cuestas en 2001, desde el subsuelo de la Patria fuimos construyendo organizaciones solidarias para recuperar la dignidad y mejorar nuestras condiciones de trabajo. Así, pese a la represión policial, la discriminación de los satisfechos y el abandono criminal del Estado, fuimos dándole forma a un sistema popular de reciclado modelo en el mundo, que actualmente recupera el 12% de la basura de la Ciudad de Buenos Aires, es decir, 21.000 toneladas mensuales. A partir de 2007, nuestro sector comenzó a obtener reivindicaciones permitiendo la formalización de 3500 trabajadores que hoy -cooperativización mediante- cuentan con obra social, uniforme, guarderías infantiles, seguro de accidentes personales y un complemento de ingreso que nos permite alcanzar un salario mínimo. Los logros de este periodo son muchos y el rol del Estado fue fundamental. Sin embargo, la decisión de expropiarnos el material mediante los nuevos contenedores atenta contra lo más importante que tenemos: nuestra trabajo, nuestra dignidad. Históricamente, los Recuperadores Urbanos desarrollamos una fuerte relación de cooperación con los vecinos en un sistema artesanal denominado "puerta a puerta". Al sacar la basura entre las 20 y las 21hs, los porteros entregaban el reciclable a los trabajadores en mano. Ahora, al tener un sólo contenedor, el portero saca la basura por la mañana y la coloca toda junta en el único contenedor. Al mismo tiempo, el Gobierno de la Ciudad ha instalado en José León Suárez una planta de separación mecánica de residuos (MTB), concesionada al grupo Roggio. La contenerización en toda la ciudad tiene como único objetivo abastecer esa planta a costa de quitarles el material a los cartoneros. De paso, se agrega el negocio de la compra de los contenedores THAMEC, fabricados por la multinacional OMB, líder en los "eco-negocios". Todo esto se suma a un marcado deterioro en la gestión de la Dirección General de Reciclado (DGREC) que impacta de lleno en la gestión de residuos reciclables a manos de las cooperativas de cartoneros, tal como lo prevee la ley.
Los cartoneros marchan en defensa de su fuente de trabajo
Como es de público conocimiento, en las últimas semanas cientos de contenedores invadieron parte considerable del territorio de la Ciudad de Buenos Aires. Feos, gigantescos, ocupando calles y veredas, a veces de a tres por cuadra, generando problemas de tránsito y hasta de inseguridad. Pero lo más grave que tal vez se le escape al común de la gente es que esta política destruye los circuitos de reciclado históricamente desarrollados por las cooperativas de recuperadores urbanos. Excluidos del sistema en los noventa, arrojados a las calles con los hijos a cuestas en 2001, desde el subsuelo de la Patria fuimos construyendo organizaciones solidarias para recuperar la dignidad y mejorar nuestras condiciones de trabajo. Así, pese a la represión policial, la discriminación de los satisfechos y el abandono criminal del Estado, fuimos dándole forma a un sistema popular de reciclado modelo en el mundo, que actualmente recupera el 12% de la basura de la Ciudad de Buenos Aires, es decir, 21.000 toneladas mensuales. A partir de 2007, nuestro sector comenzó a obtener reivindicaciones permitiendo la formalización de 3500 trabajadores que hoy -cooperativización mediante- cuentan con obra social, uniforme, guarderías infantiles, seguro de accidentes personales y un complemento de ingreso que nos permite alcanzar un salario mínimo. Los logros de este periodo son muchos y el rol del Estado fue fundamental. Sin embargo, la decisión de expropiarnos el material mediante los nuevos contenedores atenta contra lo más importante que tenemos: nuestra trabajo, nuestra dignidad. Históricamente, los Recuperadores Urbanos desarrollamos una fuerte relación de cooperación con los vecinos en un sistema artesanal denominado "puerta a puerta". Al sacar la basura entre las 20 y las 21hs, los porteros entregaban el reciclable a los trabajadores en mano. Ahora, al tener un sólo contenedor, el portero saca la basura por la mañana y la coloca toda junta en el único contenedor. Al mismo tiempo, el Gobierno de la Ciudad ha instalado en José León Suárez una planta de separación mecánica de residuos (MTB), concesionada al grupo Roggio. La contenerización en toda la ciudad tiene como único objetivo abastecer esa planta a costa de quitarles el material a los cartoneros. De paso, se agrega el negocio de la compra de los contenedores THAMEC, fabricados por la multinacional OMB, líder en los "eco-negocios". Todo esto se suma a un marcado deterioro en la gestión de la Dirección General de Reciclado (DGREC) que impacta de lleno en la gestión de residuos reciclables a manos de las cooperativas de cartoneros, tal como lo prevee la ley.
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