La economia popular crece

La economia popular crece y se desarrolla a lo largo y a lo ancho de la patria grande, en paralelo tambien lo hacen sus organizaciones gremiales. La siguiente nota describe la situacion de los trabajadores de la EP en Venezuela.
"En el caso concreto de los trabajadores de la economía popular, Chávez hizo modificar la Ley de la Seguridad Social para hacer incorporar, expresamente, a estos, como a todos los trabajadores no asalariados como sujetos de la seguridad social, universalizando el concepto y alcance de la misma a todos los trabajadores, asalariados y no asalariados."

Ni informales ni formales: Trabajadores libres

Trabajadores(as) de la economía popular avanzan en su proceso de conceptualización teórico-práctico


El Movimiento de Trabajadores(as) de la Economía Popular (MOTEP) avanza,
actualmente, en un proceso reflexivo de elaboración de conceptos, con los cuales espera construir la política estratégica a desarrollar al calor de la lucha concreta que desarrolla día a día, continuando el legado del presidente Hugo Chávez y enarbolando su autonomía política.

Este instrumento de lucha organizada de los trabajadores que laboran en este sector de la economía nacional y con su epicentro en el eje Caracas- Petare, seguiría avanzando en función de la lucha que tiene planteado por la dignificación humana de este sector de trabajadores/as; así como por ocupar un espacio efectivo en el proceso productivo; e incluso, por trascender como movimiento social insurgente, en el marco de la gesta transformadora revolucionaria del pueblo venezolano por su redención social.

Por encima de todo trabajadores

En este sentido, es pertinente puntualizar que en este intenso período de lucha que se abre desde la constitución del MOTEP, se ha tenido que librar un duro batallar en diferentes frentes de lucha:

En primer término, por hacer valer el derecho a trabajar en una actividad que, como la de la economía popular, es el resultado de un sistema capitalista como el desarrollado históricamente en Venezuela; y que tiene las características propias de una economía rentística, atrofiada, dependiente y subdesarrollada; imposibilitada, en consecuencia, para darle respuesta a la masa humana que año tras año surge dispuesta a integrarse al mercado de trabajo como fuerza laboral activa.

Ello ocasionaría que buena parte de ésta quede al margen del proceso productivo; no quedándole otra alternativa que sumarse al amplio contingente de quienes laboran por cuenta propia, en respuesta a la necesidad humana y social de la subsistencia individual o familiar.

El Estado, el gran empleador del país, no puede, sin atentar contra sí mismo, satisfacer esta amplia demanda de trabajo. Es así como se habría ido conformando, históricamente lo que se ha dado por llamar la economía informal, que el Instituto Nacional de Estadística (INE), en su último informe del mes de junio del presente año estipula en 39% de la población económicamente activa del país, lo que equivale a un poco más de 5 millones de personas.

Claro está, allí se incorpora también a quienes ejercen sus profesiones libremente, a campesinos y pescadores, etc, y a quienes laboran en pequeñas empresas que no ocupan más de 5 puestos de trabajo.

Pero, en todo caso, con todo y esa diversidad, el sector que el MOTEP tipifica específicamente como economía popular es al que está extendido a lo largo y ancho del país conformado por los trabajadores que laboran como vendedores de bienes y servicios y como artesanos, en las ferias y centros de trabajo, en las calles o mercados a cielo abierto, constituyendo la franja más amplia. A grosso modo, por lo menos, integrado por un millón de personas disgregado en los 335 municipios del país.

Es decir, estamos ante una inmensa masa laboral que trabaja día a día ganándose la vida en condiciones precarias; en general con un bajo nivel educativo, técnico y profesional, con las naturales excepciones, que no percibe un salario y que no explota el trabajo ajeno. En términos concretos, se pueden caracterizar como trabajadores(as) no asalariados, por cuenta propia, y que no explotan el trabajo ajeno y que son consecuencia directa del atrofiamiento de la economía capitalista venezolana.

Ni informales ni formales

En segundo término, esta caracterización se hace necesaria para dotarles de una identidad propia y para salirle al paso a ciertos enfoques provenientes, lamentablemente y sobre todo, de sectores que denominándose como de izquierda se aferran para su análisis en arcaísmos ideológicos, y, como tales, atrasados o desenfocados, que los llevan a calificar a los trabajadores de la economía popular, sin mayor rigor científico, como microempresarios, buhoneros, guapeadores, etc, cuando no como marginales, informales y hasta como escoria social; sin percatarse de ello, haciendo acopio así del arsenal ideológico neoliberal, y acentuando la fragmentación del pueblo trabajador.

Lo cual y en consecuencia, no es sino negarle la condición intrínseca como trabajadores, y lo que es peor: la posibilidad de expresarse en base a una plataforma programática; y mucho menos la de reconocer, en la práctica concreta, la potencial capacidad que tiene este sector laboral de organizarse y asumirse como actor social, y como parte activa del sujeto político constructor de la revolución bolivariana.

En este mismo orden de ideas, el MOTEP, en su esfuerzo de conceptualización, ha entendido la necesidad de rechazar el elemental silogismo del que parten algunos funcionarios del ámbito público, en el sentido de que como son informales lo que se impone es pasarlos a la condición de formales; creyendo que con este supuesto cambio de condición, se superaría un problema estructural de la sociedad venezolana.

No entendiendo al parecer quienes así razonan que con este supuesto salto cualitativo lo que se está propiciando es el agravamiento de la situación que se plantea solventar, porque, realmente, lo que se estaría produciendo es la conversión de trabajadores no asalariados en trabajadores asalariados.

Desde la perspectiva del MOTEP, este supuesto cambio de condición significaría un abismal retroceso para los(as) trabajadores(as) de la economía popular, cuya aspiración, y esto hay que afirmarlo a los cuatro vientos, antes que ser formales es la de ser LIBRES, es decir, no estar sumergidos en la dinámica del capital, subyugados a la alienación capitalista, que es a lo que implícitamente conlleva estar sometido a la dependencia de un salario.

En una sociedad que proclama el tránsito hacia el socialismo, estimular la sujeción al salario es, por decir lo menos, una incongruencia, pues con ello lo que se hace es fijar, afirmar, la relación social capitalista, que tiene en el salario uno de sus más conspicuos elementos identificadores.

Con la fulana formalidad, antes que combatir se refuerzan los cimientos de la sociedad capitalista, a contrapelo de lo planteado por el viejo Marx que cuando se refería a la sociedad por venir, a la nueva sociedad, la concebía como la sociedad de los productores o trabajadores libres.

El legado de Chávez

Para los(as) trabajadores(as) de la economía popular, al igual, por supuesto, que para otros sectores del pueblo trabajador venezolano, el Comandante Chávez dejó una impronta o sello difícil de borrar. Fue Chávez el líder nacional que supo interpretar los anhelos e inquietudes de este sector de trabajadores, que apostó por su dignificación como seres humanos; postulando la idea fuerza de la revolución bolivariana como mecanismo envolvente de inclusión y redención social.

En el caso concreto de los trabajadores de la economía popular, Chávez hizo modificar la Ley de la Seguridad Social para hacer incorporar, expresamente, a estos, como a todos los trabajadores no asalariados como sujetos de la seguridad social, universalizando el concepto y alcance de la misma a todos los trabajadores, asalariados y no asalariados.

Y en ese mismo sentido, hizo remarcar dicho propósito en la nueva Ley Orgánica del Trabajo, de los Trabajadores y Trabajadoras (LOTTT). Haciendo incorporar, en este fundamental instrumento jurídico, a pesar de la oposición de ciertos sectores, la figura de los Consejos de Trabajadores, que es la que ha venido desarrollando el MOTEP para impulsar la organización de los(as) trabajadores(as) de la economía popular como fuerza social insurgente.

Proceso organizativo que ya tiene sus frutos, aún cuando con los altibajos propios de toda dinámica social, con la conformación, por un lado, de 17 consejos de trabajadores(as) en el ámbito del eje Caracas- Petare, y en la perspectiva de extender el plan organizativo hacia otras ciudades del país. Y, por otro lado, con la elección de su Consejo Central y la construcción de los Núcleos del MOTEP (NUMOs) en las diferentes ferias y centros de trabajo.

El desarrollo político- organizativo del movimiento se expresaría, además, en la Declaración Programática del MOTEP, que recoge aspectos novedosos de la propuesta que los trabajadores de la economía popular, como movimiento social insurgente, le presentan a la sociedad venezolana y al gobierno bolivariano, ante el cual se definen como aliados estratégicos para la defensa y profundización de la revolución antiimperialista, anticapitalista, socialista, bolivariana y chavista, reivindicando, al mismo tiempo, el principio irrenunciable de su autonomía como movimiento social. En próxima entrega desarrollaremos la Declaración Programática del MOTEP.

Por la integración no sólo productiva

En su planteo programático, el MOTEP asume la política integracionista nuestroamericana, formulada por el Comandante Chávez como postulado estratégico en el Plan de la Nación 2013-2019; entendiendo, además, como él reiteraba, que dicha propuesta integracionista no debe quedarse, únicamente, en el ámbito económico, pues se estaría trillando el camino que hasta ahora venían transitando los países latinoamericanos y caribeños, colocando lo económico por encima de lo social; la idea que priva ahora es que lo social ocupe un lugar privilegiado en esta nueva etapa integracionista regional, a nivel de la Alternativa Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y del Mercado Común del Sur (MERCOSUR).

En este sentido, la propuesta del MOTEP está dirigida a reivindicar, que la economía popular, por su evidente componente social, que se expresa tanto por su densidad como por la condición de sector preterido, excluido de la planificación y diseño de las políticas públicas, por aquello de la baja rentabilidad, es decir, por la preferencia que siempre se le ha otorgado al factor del capital, a los intereses capitalistas, por encima del factor social, de los intereses de los pueblos, en la determinación y orientación de las estrategias integracionistas; debe ser considerada, también, como un sujeto de ejecución y de aplicación de los propósitos integracionistas, con lo cual se estaría, además, propiciando la relación social de los pueblos, facilitando, con ello, por tanto, la imbricación humana y cultural.

Como fórmula concreta para fomentar la organización, la producción y, por supuesto, las relaciones sociales, desde otra perspectiva, en la que no prive sólo lo económico, el MOTEP plantea la creación de Unidades de Producción de Propiedad Colectiva, en el seno de los/as trabajadores/as de la economía popular, que serían las unidades de producción de bienes y servicios, en los diferentes rubros en que se desenvuelve el sector de la economía popular.

Unidades, en las que todos sus integrantes tendrían las mismas prerrogativas, nadie estaría por encima de los demás, en las que cada quien aportaría en trabajo, bienes o dinero según sus posibilidades y habilidades, y las resultas de este emprendimiento sería distribuido equitativamente; el fondo inicial con el que arrancaría la Unidad se formaría con los propios aportes de sus miembros; el apoyo financiero del Estado, de ser necesario, sobrevendría, luego que la Unidad hubiese emprendido su iniciativa con sus esfuerzos y recursos propios.

Las Unidades de Producción de Propiedad Colectiva, propuestas por el MOTEP, no estarían concebidas para propender al enriquecimiento de sus miembros, sino para aspirar al VIVIR BIEN, es decir, con dignidad y aspirando al mejoramiento de las condiciones de vida de los miembros, y de sus familias; fomentando, permanentemente, relaciones de solidaridad y de vocación de servicio al prójimo y a la comunidad. Serían escuelas de formación socialista, cuyo excedente, en parte, si es que los hubiere, estaría destinado para incentivar el emprendimiento de otros/as compañeros/as trabajadores/as de la economía popular y para apoyar, fraternalmente, a las comunidades ubicadas en el entorno en el que actúa la Unidad Productiva.

El MOTEP, con la propuesta de las Unidades Productivas de Propiedad Colectiva está apostando por la construcción de una nueva sociedad, asentada dicha propuesta no en una ilusión, ni en utopías inalcanzables, sino fundada en el conocimiento de la realidad concreta que envuelve a la mayoría de los/as trabajadores de la economía popular, consecuencia directa del sustrato que Chávez supo sembrar con su ejemplo y predicamento en el seno de nuestro pueblo. Creemos en los poderes creadores del pueblo, como dijo el gran poeta Aquiles Nazoa y apostamos por la utopía posible que postuló Chávez.

Vía: Aporrea Imprimir artículo

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