CARTONEANDO EN LA FELIZ


Lo primero que deben de entender   los funcionarios públicos, tanto en los foros nacionales, provinciales y municipales es que la realidad de los cartoneros y de la basura en general es un problema el cual nos atañe a todos. Además de ser una realidad compleja de todas las ciudades del mundo, pero solo en aquellas donde se actúa de manera irresponsable termina siendo una causa más de marginación, denigración y pobreza. Lo segundo es que los cartoneros no están solos ni aislados, tienen propuestas y un método de lucha para hacerse escuchar.
 Aunque Mar del Plata genera 700 toneladas de basura diaria al calor del boom de consumo, los únicos que reciclan son 300 familias cartoneras –niños y ancianos incluidos- que trabajan a destajo en una montaña de basura, dónde muchos de ellos viven allí expuestos a condiciones deshonrosas, no por culpa de nuestro compañeros, sino por la mirada ausente de la Municipalidad que solo pretende generar un negocio para pocos. En ese sentido, en los últimos días el intendente Gustavo Pulti firmó acuerdos grandilocuentes con el Banco Mundial que solo sirven para engrosar la deuda externa argentina y mantener la situación de exclusión de las familias cartoneras.    
Después de soportar muchas idas y venidas los cartoneros del Basural de Mar del Plata  (Predio Inertes y Galpón CURA) decidieron paralizar a partir del  jueves 13 de octubre y por tiempo indeterminado el ingreso de camiones de descarga de residuos al basural de Mar del Plata.
Mientras  en Capital Federal, las Cooperativas de Cartoneros organizadas en la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) acompañaron el reclamo de sus pares marplatenses realizando una manifestación frente a la Casa de Mar del Plata, ubicada en Av. de Mayo 1240 demostrando que los compañeros marplatenses no están solos.
El principal reclamo es que se garantice su fuente de ingresos en condiciones de dignidad. Para ello, la Municipalidad debe habilitar un Playón de Separación para evitar que los recicladores tengan que ingresar al basural a descargar entre toneladas de residuos. Asimismo, debe establecer políticas de erradicación del trabajo infantil en la actividad. En el mismo sentido, el Estado debe propiciar la formalización de los trabajadores mediante la promoción de cooperativas que –con asistencia estatal- puedan darle a sus asociados obra social, aportes jubilatorios, elementos de higiene y seguridad, etc.
En Mar del Plata existe una sola Planta de Separación de Residuos Sólidos Urbanos que es la escenografía para las fotos proselitistas: tiene serias deficiencias técnicas, pésimas condiciones de seguridad e higiene y solo aloja a unos 34 recicladores que trabajan en dos turnos de 6 horas en muy malas condiciones.
Sin embargo, la peor situación es la que afrontan quienes quedaron fuera de la cooperativa CURA: los 300 recicladores del basural. Hay quienes inclusive viven en el basural, y esto no ocurre en ningún basural del país. La situación es de tal gravedad, que el municipio ha instalado un destacamento policial en la entrada de “La Quema” para impedir que se vea a los niños que trabajan en el sector.
El camino, iniciado en la lucha por el Movimiento de Trabajadores Excluidos y las cooperativas de reciclado de la Ciudad de Buenos Aires, es propiciar un sistema de Gestión Social de Reciclado en el que el Estado finalmente reconozca el aporte ambiental de los cartoneros y garantice condiciones dignas de labor. Ello implica dejar de escuchar a los que quieren privatizar uno de los recursos más importantes del mundo contemporáneo: los residuos reciclables.

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